Tras firmar la peor campaña en Primera y caer a Segunda, la crisis pucelana solo crece: actualmente fuera de los playoffs de ascenso y, para colmo, eliminados de la Copa del Rey por el modesto Portugalete (3ª RFEF). Es evidente que el Real Valladolid ha tenido un año para olvidar, pero la factura emocional la han pagado sus aficionados. Según un estudio de Unobravo, servicio de psicólogos en línea, los seguidores blanquivioleta son los más estresados de la liga española.
La investigación tuvo en cuenta diversos factores como el rendimiento deportivo, las derrotas, los goles encajados, las sanciones disciplinarias, así como las emociones expresadas en redes sociales por los aficionados, con una destacada participación blanquivioleta en X la pasada campaña.
Así, el estudio concluye que el Pucela ha sido el equipo que más ha generado estrés a su afición, alcanzando un índice de 6,98/10. El resultado se explica, sobre todo, por el descenso a Segunda división, marcado por unas cifras de récord negativo en el club: 16 puntos y 90 goles encajados.
El podio lo termina de completar la UD Las Palmas (6,96) y el Sevilla (6,93) tras temporadas marcadas por récords de tarjetas amarillas, autogoles y expulsiones.
«El fútbol es una fuente de emoción, pero también de frustración y ansiedad. Las derrotas, las sanciones o el miedo al descenso pueden tener un impacto real en el bienestar psicológico», decía Francisco Rivera Rufete, psicólogo y director clínico de la plataforma.
Para muchos aficionados, el resultado del Real Valladolid puede hacer que su fin de semana, o incluso su semana entera, sea plácido, o por el contrario, frustrante. El estudio destaca que el alto nivel de estrés puede provocar un aumento del ritmo cardiaco, presión arterial elevada y alteraciones del sueño, además de influir en el estado de ánimo y su relación con los demás.
Para suavizar dichos efectos, la plataforma recomienda algunas técnicas de respiración y el grounding para regular la respuesta del cuerpo ante el estrés. Además, propone también tomar distancia mental y física, ya sea saliendo del estadio o apagando la televisión.
«La pasión deportiva, aunque intensa y compartida, puede convertirse en una fuente de estrés que conviene aprender a manejar para disfrutar del juego sin que afecte al bienestar emocional», explica Rivera Rufete.






