Fue un encuentro especial, cuidado al detalle por la Comisión del Centenario de Colo-Colo. Un partido cargado de simbología y de respeto, donde cada gesto evocó la figura de David Arellano, fundador, capitán y mártir del Cacique. Su fallecimiento en Valladolid en 1927 volvió a convertirse en el eje emocional que une, desde siempre y para siempre, a ambos clubes.
Antes del inicio del encuentro, se rindió tributo a los futbolistas que han vestido ambas camisetas. Patricio Yáñez y Óscar Wirth (presentes en el Estadio Monumental) recibieron el cariño de la afición junto a José Luis Sierra, Justo Villar y Diego Rubio. Yáñez y Wirth saltaron al césped escoltados por los jugadores de ambos equipos y realizaron una ofrenda simbólica, vistiendo camisetas de Real Valladolid y Colo-Colo. Por su parte, los canteranos Chuki y Álvaro Aceves les entregaron la elástica blanquivioleta. Los capitanes de ambos equipos, Cepeda y Jurić, mostraron a la grada sendas camisetas serigrafiadas con el nombre de David Arellano.
El momento más emotivo llegó en el minuto 35, justo cuando, en 1927, Arellano recibió el golpe que le costaría la vida durante un partido frente a la Real Unión Deportiva. En ese instante, su bisnieto, Tomás David, apareció caracterizado con la equipación original que lució Colo-Colo en la histórica gira centroamericana y europea. Caminó hasta el centro del campo en un gesto profundamente simbólico. Se guardó un minuto de silencio que sobrecogió al estadio. Después, una ovación ensordecedora acompañada por globos blancos y flores elevó la emoción hasta lo indescriptible.
Tras la conclusión del encuentro, el conjunto blanquivioleta recibió la copa del ‘Desafío Centenario-Copa Jetour’ entre efectos especiales y un ambiente festivo. Un trofeo simbólico que reconoce dos partidos únicos frente a un club hermano. Como dice el himno de Colo-Colo, «valiente, fuerte, grande y de noble corazón»: valores que también definen al Real Valladolid y que han sellado una hermandad que trasciende el tiempo y el océano.