El entrenador del Real Valladolid compareció en la sala de prensa tras una nueva derrota dolorosa en casa, con la afición herida y un vestuario cada vez más tensionado. Y no esquivó la responsabilidad: «Quizá me haya equivocado yo en elegir esos jugadores, pero estaba convencido al cien por cien de que podían competir», confesó.
Lo que debía ser una tarde de redención acabó en decepción. «No hemos salido con la tensión necesaria. El primer gol ha sido un palo muy gordo y el equipo ha caído», lamentó Rubio, reconociendo que no fue capaz de transmitir la intensidad que el partido exigía. El rival, sin piedad, castigó cada error.
Sin embargo, el foco no solo estuvo en el césped. En el banquillo, un altercado entre Luis Pérez y Latasa encendió todas las alarmas. Las cámaras captaron cómo uno de ellos intentaba agredir al otro, mientras Cömert intentaba separarlos. Rubio, prudente, pero firme, afirmó que aún no tenía toda la información: «No sé lo que ha pasado, pero no es la mejor imagen que podemos dar».
Al ser preguntado por si habrá medidas disciplinarias, dejó la puerta abierta a decisiones internas: «Cuando sepamos bien lo que ha pasado, hablaremos con los afectados y el club». Y añadió una reflexión cargada de humanidad: «Son dos jugadores que son amigos. A veces lo pagas con el que más cerca tienes».
La situación es crítica, pero Rubio no se esconde. «Sabía que era una situación muy complicada. No me lo pensé porque es mi casa, es mi familia. Y voy a luchar por ella hasta el final», dijo, dejando clara su implicación personal con el proyecto blanquivioleta.
En lo futbolístico, solo una chispa de esperanza: el debut de Enrique Silva. «Ha salido con energía, con lo que es él. Otro más para la causa», valoró el técnico, que ve en él un refuerzo para lo que queda.
El Real Valladolid vive sus horas más bajas, pero su entrenador no piensa rendirse. Busca cerrar la temporada «con dignidad» y con una plantilla «compitiendo como lo veníamos haciendo». El camino será cuesta arriba, pero Álvaro Rubio ha dejado claro que no soltará el timón.