Ni diez minutos fue capaz de aguantar en el partido el Real Valladolid Baloncesto. Las ardillas, sin ideas en ataque y más que decepcionantes en defensa entregaron el derbi a San Pablo tras un primer cuarto desastroso, donde cayeron por una diferencia de 23 puntos, distancia que, lejos de recortar, fue aumentando con el paso de los minutos.
Así, los vallisoletanos vuelven a acercarse a los puestos de descenso y seguirán una jornada más sin ganar en Pisuerga, donde no triunfan en liga desde el 30 de marzo. En el apartado estadístico, Mike Torres fue el máximo anotador blanquivioleta con 13 puntos, mientras que Vucetic y Rozitis lideraron en rebotes con cinco capturas cada uno y Puidet se coronó como mejor pasador local con tres asistencias.
Los jugadores elegidos por Lolo Encinas para salir de inicio en el derbi eran los siguientes; Agustí Sans en el «1», Dani Manchón como su acompañante exterior, Maj Kovacevic sería el alero titular y Juan García-Abril y Vasilje Vucetic serían los encargados de la pintura vallisoletana. Los primeros tres minutos de la contienda tuvieron un claro dominador: San Pablo Burgos, que con la agresividad de sus jugadores exteriores atacando el aro firmaron un parcial de salida de 8 a 0, siendo Manchón el primero en romper la sequia local con una buena bandeja.
No obstante, la tormenta ofensiva visitante no se contuvo, anotando en todos sus posesiones hasta que Encinas optó por parar el juego cuando se habían cumplido los cuatro minutos de cuarto y el marcador reflejaba un abultado 5 a 14 en favor burgalesa. La pausa no fue suficiente para despertar del K.O a las ardillas, totalmente fuera de combate en ataque e incapaces de contener ningún tiro de su rival, ya fuera cerca del aro, en penetración o desde la línea de tres, situándose veinte arriba y con un acierto del 84% en sus lanzamientos de dos cuando no habían pasado ni ocho minutos. Las entradas de Torres o el recién llegado Demers tampoco desbloquearon a los blanquivioletas, que cerraron el peor cuarto de la temporada perdiendo por 9 a 32, con sonora pitada de Pisuerga incluida.
Aunque los siguientes diez minutos se abrieron con una canasta de Demers, Burgos seguía sin levantar el pie del acelerador y ,con la aparición de Goloman y Díez, continuaron aumentando la brecha. En los minutos posteriores, el UEMC pareció encontrarse a sí mismo en ataque, a merced de los tantos de sus «pequeños», liderados por un estratosférico Kovacevic, pero en defensa, los de Savignani no pararon de encontrar los huecos, manteniendo con firmeza veinte puntos de ventaja y haciendo que Encinas usara otro tiempo muerto pasado ya el ecuador del cuarto.
Cuando se reanudaba el choque, una urgencia médica en la grada obligó a que el partido se detuviera unos cinco minutos. Con los jugadores algo fríos, Burgos aprovechó su juego coral (13 asistencias en los primeros veinte minutos) para dar otra estocada a los vallisoletanos, cerrando la primera mitad con el derbi en el bolsillo y un tanteo de 31 a 55. Maj Kovacevic, con 8 tantos, se postulaba como máximo anotador de las ardillas antes del paso por vestuarios.
Tras el descanso, Valladolid siguió poniendo clavos a su propio ataúd, perdiendo dos balones de manera casi consecutiva y encestando un solo punto antes de los dos minutos de juego. Por su lado, Burgos prosiguió sacando las vergüenzas a la defensa local, especialmente con sus continuas incursiones hacia canasta, obteniendo faltas y puntos a partes iguales.
La insistencia de Mike Torres ayudó a los suyos a subir el nivel defensivo y maquillar una diferencia, que llegó a ser de 29, con cestas de Demers y Puidet, aunque su concesión del bonus fue demasiado temprana y los burgaleses vieron la línea de personal como su vía para mantener su renta. Una vez pasado el ecuador del periodo, los visitantes se decidieron a finiquitar definitivamente el partido con un parcial de 12 a 4 para colocar el 54 a 82 antes de encarar los 10 minutos finales.
Con todo decidido, los pucelanos calcaron el inicio plagado de faltas del cuarto anterior y concedieron el bonus cuando todavía no se había llegado a los dos minutos. La apatía local era notable en su juego, concediendo rebotes ofensivos, perdiendo balones y fallando bandejas debajo del aro, agotando la paciencia de un público que iba vaciando la grada con el paso de los minutos.
Tras otro tiempo muerto de Lolo Encinas en busca de paliar la enorme distancia, Burgos dio minutos a algunos de los jugadores menos habituales, quienes siguieron anotando canastas a placer para situar una nueva máxima de 31 puntos de diferencia cuando el UEMC hacía rato ya que se había rendido.
Los minutos finales sirvieron para que Burgos se luciera e hiciera disfutar a sus más de 100 aficionados desplazados a un Pisuerga que mostró su malestar con silbidos. Antes de que terminara el choque, Barrera se tuvo que retirar por un golpe con Jaan Puidet. Finalmente, el derbi se cerró con un tanteo de 73 a 104.